Por Rubén Jiménez (*)
La canariedad es un término histórico que siempre hemos empleado y escuchado pero pocas veces sabemos definir con rotundidad y claridad. ¿Qué es ser canario? ¿Qué significa formar parte de este pueblo? ¿Qué se necesita para sentir la canariedad?
Para empezar debemos tener bien claro qué es Canarias. Se trata de un archipiélago de 7446 Km2 situado a tan solo 90 Km de las costas africanas, a poco más de 1000 Km de Europa, y a 4500 Km del continente americano. Está formado por siete islas y cinco islotes -sólo uno habitado- que emergieron de los mares desde hace unos cuarenta millones de años. Los primeros habitantes llegaron desde el continente africano hace aproximadamente 3000 años. Desde entonces fueron desarrollando una civilización que no pudo contar con metales, que se enfrentó a la barrera de la insularidad y la limitación del territorio y la orografía, y que pese a ello evolucionó de manera muy superior a lo que las condiciones permitían. Se llegó a desarrollar la agricultura y el almacenamiento de excedentes propios de sociedades organizadas, y su alto nivel jerárquico en algunas islas las pusieron por delante de los pueblos primitivos en su evolución. En el siglo XV comenzó una campaña de invasión y colonización que se alargó por noventa y cuatro años de manera oficial impulsado por parte de señores normandos y la Corona de Castilla. Desde entonces la historia de Canarias ha evolucionado por ciclos regidos por monocultivos económicos. Explotación – Auge – Decadencia – Hambruna han sido los pasos por los que ha pasado la economía isleña cada vez que se implantó un cultivo diferente. Y así durante los siguientes quinientos años transcurridos desde la colonización.
Canarias como colonia
Según la RAE, una colonia es un “territorio o lugar donde se establece un conjunto de personas procedentes de un territorio que van a otro para establecerse en él”; así, las Islas Canarias son ese territorio donde se establecieron colonos españoles y portugueses fundamentalmente a partir del siglo XV. Desde entonces no se ha producido ningún proceso de descolonización, y las administraciones que antaño controlaban estos colonos hoy se han institucionalizado pero no han cambiado de dueño. Sólo tenemos que ver los árboles genealógicos de aquellos que hoy nos gobiernan y comparar con los que nos gobernaron ayer. También define colonia como “territorio fuera de la nación que lo hizo suyo, y ordinariamente regido por leyes especiales”; y es que Canarias fue incorporada a la fuerza a la Corona de Castilla y desde esa fecha ha sido sometida a diferentes leyes de exención de impuestos que a día de hoy han llegado en forma de RIC. También es una colonia un “territorio dominado y administrado por una potencia extranjera”; ¿alguien sabría decir en qué momento dejó de ser España para Canarias una potencia extranjera? ¿En qué fecha se produjo tal asimilación? ¿Cuándo dejó de ser ese pueblo colonizador el invasor? ¿Por qué se ha aceptado la situación de sometimiento? ¿Algún día prescribirán el Holocausto, las bombas de Hiroshima y Nagasaki, las guerras de Afghanistán o Iraq? El tiempo nos dirá si es normal lo que ocurre en nuestro pueblo.
Canarias como país-nación-estado
Siguiendo con la pura definición que tanto gusta a los perfeccionistas de nuestro estatus autonómico, la RAE define país como “nación, región, provincia o territorio”. Siempre fueron “papas del país” aquellas que salían de la tierra canaria. Entre las comunidades autónomas del Estado español se encuentra el País Vasco... Así, geográficamente, no pecamos al considerar a Canarias como nuestro país, ya que no hablamos de gobiernos ni política en ningún momento.
Esta misma fuente nos dice que una nación es un “conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común”. El origen lo tenemos, reconocido incluso por prestigiosos antropólogos canarios y extranjeros que llegan a estipular un supervivencia indígena en la actualidad de más de un 50%. Con esto no hablamos de pureza ni lo pretendemos, ya que no es ningún motivo que sirva como reclamo político; no es necesario. De nuestro idioma ya hubo quien se encargara de erradicarlo, aunque muchas fuentes datan su supervivencia hasta el siglo XVIII, así como la constancia actual de multitud de vocablos y el conocimiento de la raíz de nuestra lengua en estos tiempos dentro del continente africano. Las naciones se sienten y existen independientemente del gobierno que las maneje. Cuando hablamos de nación nos referimos al sentir de un pueblo y nuestro pueblo dista mucho de aquel que ordena y manda desde la “metrópoli”.
Al hablar de estados es cuando no podemos incluir a Canarias. Habrá quien lo vea inviable, otros innecesario, muchos contraproducente, algunos incluso una verdadera locura. Me van a disculpar pero, a día de hoy, sólo he escuchado argumentos de aquellos que apuestan por la creación de un estado para la nación, el país o el pueblo canario. Podrán convencer o no a mucha gente, pero existen. Por contra, no conozco estudios que demuestren la inutilidad de la soberanía de nuestras islas.
Oscurantismo histórico
A la hora de abordar la verdadera esencia de nuestro pueblo, su personalidad, su idiosincracia e incluso su historia, una nube negra se cierne frente a cualquier pista. ¿Por qué tanto desconocimiento? ¿A que se debe que salgamos de nuestro país -permítanme emplear este término para mi archipiélago-, y no seamos capaces de responder con nuestro caso cuando nos muestran la realidad de otros pueblos? Si viajamos y nos enseñan un baile tradicional, ¿con cuál presumiríamos nosotros? ¿Conocemos nuestras flora y fauna endémicas? ¿Qué reseñas de nuestra historia podemos aportar para explicar muchas de las situaciones de la actualidad canaria? Incluso en las escuelas ¿por qué conocemos los ríos de España -algo nada perjudicial-, y no somos capaces de identificar el barranco más cercano a nuestra casa? ¿Cuál es el motivo de que los canarios estemos perdiendo tan aceleradamente nuestra forma de expresar que no es más que el cociente de todos los factores que nos rodean, tan naturales y apolíticos muchos de ellos como el propio clima? En definitiva ¿por qué tenemos todos y cada uno de los aspectos de una colonia en lo que se supone es una comunidad autónoma tan igual como cualquier otra de este gran territorio español?
¿Quiénes somos?
Toda esta problemática derivada directamente de nuestra historia y nuestro estatus consecuencia de la misma nos lleva a una situación de confusión en cuanto a quiénes somos. Resulta que somos herencia de un pueblo que se asentó en las islas procedente del continente africano. En un momento determinado cuando el pueblo amazigh insular albergaba incluso relaciones con otros pueblos, colonizadores europeos se hicieron con la soberanía de las islas en un ensayo de lo que luego se llevaría a cabo en el continente americano. Es decir, seguíamos siendo eminentemente ese pueblo y comenzaron a aparecer aportaciones aculturales masivas. Nos encontramos siendo una comunidad a la que se le prohibía su cultura, pero se le distanciaba de la nueva, encontrando así una sociedad aculturalizada a la que sólo se le proporcionaba de manera impositiva una nueva religión. Pasó el tiempo, y sólo el tiempo hasta que llegamos a ir asimilando, no se sabe cómo, la nueva sociedad impuesta. Y no precisamente por un buen trato. Así hasta los años 50, 60 y 70 del siglo recientemente pasado. Hasta ahí mandábamos el tomate malo “a España” y no “a la Península”, tomate que no era “tomate canario”, sino “tomate del país”. Si nada había cambiado hasta entonces, si no éramos más que una provincia de ultramar hacia donde desterraban a aquellos que daban la lata -como el propio Generalísimo- no me caben más que dos motivos que pudieron ser los que desembocaron en la asimilación definitiva:
a) nos vendieron de maravilla la transición monárquica de los Borbones y fue eso lo que nos hizo creernos dentro de algo que siempre nos tuvo bien fuera o...
b) la televisión; ese instrumento persuasivo, absorvente de crítica que nos mastica y digiere todo aquello que debe formar parte de lo que debemos pensar -lo que el artista Jon Juanma denomina Cultura de Alineación Universal CAU-.
El caso es que, de alguna manera, hubo un momento en el que sin que pasara nada, solamente el tiempo, asumimos una realidad que hoy día nadie sería capaz de aceptar. ¿Qué ocurriría si los tan temidos marroquíes llevaran a cabo en la actualidad un proceso exactamente igual que el que los españoles ejecutaron hace cinco siglos? ¿En qué fecha terminaríamos por aceptarlos y admirarlos, reflejando nuestra identidad en ellos, tal y como hacemos actualmente con España? Si al menos nos estuviera yendo de maravilla...
(*) Rubén Jiménez es miembro de Azarug.